Definición de: Alteridad
Del latín alterĭtas, alteridad es la condición de ser otro.
El vocablo alter refiere al “otro” desde la perspectiva del “yo”. El concepto
de alteridad, por lo tanto, se utiliza en sentido filosófico para nombrar al
descubrimiento de la concepción del mundo y de los intereses de un “otro”.
La alteridad hay que entenderla a partir de una división
entre un “yo” y un “otro”, o entre un “nosotros” y un “ellos”. El “otro” tiene
costumbres, tradiciones y representaciones diferentes a las del “yo”: por eso
forma parte de “ellos” y no de “nosotros”. La alteridad implica ponerse en el
lugar de ese “otro”, alternando la perspectiva propia con la ajena.
Esto quiere decir que la alteridad representa una voluntad
de entendimiento que fomenta el diálogo
y propicia las relaciones pacíficas. Cuando un hombre judío entabla una
relación amorosa con una mujer católica, la alteridad es indispensable para
entender y aceptar las diferencias entre ambos. En cambio, si se registra una
escasa alteridad, la relación será
imposible ya que las dos visiones del mundo sólo chocarán entre sí y no habrá
espacio para el entendimiento.
La alteridad también puede entenderse a un nivel más amplio.
El encuentro entre dos países o dos pueblos implica poner diferentes formas de
vida frente a frente. Si hay voluntad de alteridad, la integración podrá ser
armónica, ya que cada pueblo respetará las creencias del otro. Ese diálogo, por
otra parte, enriquecerá a ambos. En cambio, si no hay alteridad, el pueblo más
fuerte dominará al otro e impondrá sus creencias. Eso ocurrió, por ejemplo, a
partir de la llegada de los conquistadores europeos a América.
Tradicionalmente, se caracteriza a América Latina como
continente tercermundista, subdesarrollado (económica, social y culturalmente),
en el cual se viven la dependencia y la dominación, a nivel interno (un grupo
social manipula a otro dentro del mismo territorio: el colonialismo interno) y
a nivel externo (la eterna lucha de los países poderosos para apropiarse de los
recursos de los países pobres). A ello se suman las iniquidades en el acceso al
sistema educativo, el consumismo propio de nuestra época, el efecto a veces
nocivo de los medios informativos, la ínfima participación del pueblo en las
decisiones políticas trascendentales, todo ello como reflejo de la inmoralidad
que representa la opresión del ser humano. Así, la alteridad (que viene de alter:
el otro), puede entenderse como concreción de la opción por la vida, asumida
como el valor fundamental. También, como ´negación de la totalidad cerrada: el
mundo personal de cada uno, visto como algo con sentido, como un espacio para
apreciar y determinar el horizonte de posibilidades que puede disfrutar el
hombre. Puede vérsela así mismo, como una ruptura con la rutina, con lo establecido,
como muestra de la dimensión humana de la individualidad, que nos debe llevar a
ser auténticos, originales. También, como una ruptura con la mismidad: con la
tendencia a generalizar, a hacer de ´todo, lo mismo (ej: todos los hombres son
iguales, como cortados por el mismo patrón o, ´todas las mujeres son unas
bandidas). Por último y muy especialmente, la alteridad es una forma diferente,
más justa y equitativa, de manejar las relaciones interpersonales.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario